Una sociedad torturada

Irak después de la invasión

Gema Martín Muñoz

La autora, profesora de sociología del mundo árabe e islámico de la Universidad Autónoma de Madrid, una de las más profundas conocedoras del mundo árabe e islámico, ha residido largas temporadas en Palestina y en otros países de la región.

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Ahora Estados Unidos pretende convencernos de que desea "liberar" a los iraquíes del tirano que los oprime, pero si algo ha demostrado la política estadounidense en Irak desde la Guerra del Golfo ha sido su total desprecio hacia la sociedad iraquí, tanto por desentenderse de la situación interna de este país y dejar que Saddam Hussein la torturara y la venciese, como por contribuir activamente a ello con sus sanciones y acciones militares. Primero permitió que Hussein masacrara a la población chiita iraquí al final de la Guerra del Golfo en represalia por la Intifada que estuvo a punto de derrocarlo. Entonces a los estadounidenses les interesó más conservar al tirano que ver emerger un liderazgo político que no controlaban. Después, los bombardeos sistemáticos de Estados Unidos-Gran Bretaña y el cruel embargo impuesto han causado más de un millón de víctimas. Asimismo, el aislamiento internacional de Irak ha reducido el poder económico y militar del régimen, pero al mismo tiempo ha expuesto más a la población a la impunidad de éste, porque se ha visto libre para masacrar a las poblaciones percibidas como desleales.

ZONAS DE EXCLUSIÓN. En abril de 1991 George Bush decretó la zona de exclusión aérea en el norte del país para proteger a la población kurda y a la ayuda internacional humanitaria. El gobierno iraquí se retiró y se creó un semiprotectorado kurdo que han regido, enfrentados militarmente entre sí y divididos por los lucrativos ingresos del contrabando de petróleo, los dos principales partidos kurdos, el de Barzani y el de Talabani. Es cierto que esto ha permitido que muchos kurdos vivan mejor que el resto de la población iraquí (el dólar se cambia aquí a 16 dirhams, y en el resto del país a 1.600), pero en realidad la guerra interna, que en nada ha preocupado a los supuestos "protectores", no les ha abandonado, ocasionando multitud de muertos inocentes. Asimismo, esta zona de exclusión no ha integrado Kirkuk, centro de la industria petrolera iraquí, cuyo control conserva el régimen de Bagdad y donde ha llevado a cabo un proceso de limpieza étnica que, según Amnistía Internacional, ha supuesto la expulsión de unos 90 mil kurdos y turcomanos desde 1991. Como tampoco la exclusión aérea ha afectado a las incursiones que Turquía, gran aliado de Estados Unidos, ha hecho sistemáticamente en la zona persiguiendo a los kurdos del Partido Comunista (PKK), causando muertos civiles, heridos y destrucción de propiedades.

En agosto de 1992 se decretó la segunda zona de exclusión aérea en el sur del país bajo la también supuesta consideración de proteger entonces a esa población del sur que no se había protegido durante la Intifada de 1991. Pero el relator especial de derechos humanos de la ONU manifestó claramente que lo que se necesitaba era una supervisión sobre el terreno en vez de una exclusión aérea, porque ésta no evitaba la persecución del régimen, que, de hecho, ha seguido actuando de la misma manera cruel contra los iraquíes chiitas de esa zona, mientras los aviones estadounidenses y británicos siguen bombardeando con el supuesto fin de contener el uso de armas no convencionales. Sin embargo, ha sido la disuasión la que ha convencido a Hussein sobre el uso o no de esas armas. Las usó durante la guerra con Irán en contra de los kurdos iraquíes, porque sabía que podía hacerlo. No hubo penalizaciones en ese momento en que Irak era el valedor occidental frente a Irán. Pero en la Guerra del Golfo no las utilizó porque Washington le dejó muy claro que eso podía significar no sólo perder la guerra sino su supervivencia, y ésa es la principal meta de Hussein. Por ello, la única circunstancia bajo la que Irak va a concebir la posibilidad de usar armas químicas y no convencionales es si es el objetivo de Estados Unidos.

Unido a esto, es probable que el régimen iraquí trate de crear las condiciones para llevar la guerra a las grandes ciudades, impidiendo la guerra "limpia" que desea Estados Unidos. A diferencia de la Guerra del Golfo, ésta no se va a desarrollar en el desierto, sino que los oficiales iraquíes van a escudar a sus soldados en las ciudades, llevando a los estadounidenses a una guerra urbana de alto riesgo, que significaría una matanza de civiles. Cuando eso ocurra, ¿qué van a decir los artífices de esta guerra?, ¿que es la culpa de Saddam Hussein, que no sitúa sus fuerzas en el desierto abierto, como Israel ha hecho con los asesinatos de los niños palestinos, diciendo que es la culpa de sus madres, que los ponen en las calles?

"NORMALIZAR" LA REGIÓN. No, Estados Unidos no quiere ayudar a la sociedad iraquí porque ésta no le importa en absoluto. Lo que ocurre es que el statu quo establecido desde la Guerra del Golfo ya no le conviene por diversas razones. Porque las terribles consecuencias humanas del embargo las ha rentabilizado Saddam Hussein a su favor, mostrando al mundo el sufrimiento que la política internacional produce a los ciudadanos iraquíes, y ha logrado que en el propio Estados Unidos se alcen muchas voces contra el embargo. Porque Irak ha ido escapando del aislamiento estrechando lazos contractuales con Francia, China y Rusia, y mejorando las relaciones con sus vecinos a través de un creciente intercambio comercial con Siria, Jordania, Egipto y Turquía. Y porque las zonas de exclusión aérea son muy costosas (sólo en el año 2000 la zona sur le costó a Estados Unidos 1.400 millones de dólares), mientras su finalidad ha ido agotándose en sí misma. Es decir, ha llegado el momento de "normalizar" políticamente a Irak estableciendo un gobierno-protectorado estadounidense que le permita controlar su valor energético y geopolítico. En este marco, la búsqueda de un gobierno democrático y representativo de la sociedad iraquí encuentra difícil encaje.

La administración de Bush corteja a los líderes kurdos porque en la ofensiva militar sus peshmerga podrían aportar un ejército de unos 200 mil hombres, pero tanto Barzani como Talabani exigen el establecimiento de una República Federal de Irak. El documento que ya han elaborado sobre cómo sería ese Estado federal es inaceptable para Turquía, aliado insustituible de Estados Unidos en su concepción del mapa político del Oriente Medio. Pero, para intranquilidad de Turquía, el nacionalismo kurdo se ha reafirmado incontestablemente con la experiencia de autonomía que el semiprotectorado internacional en el norte le ha permitido y no va a consentir sin subversión una marcha atrás. Luego son unos potenciales aliados muy inestables. Asimismo, el futuro de Irak se juega verdaderamente en el campo del liderazgo chiita iraquí, que es el principal actor de movilización y oposición, y sin su integración política no habrá un gobierno estable en el país, sino revuelta y subversión.

Sin embargo, Estados Unidos no apoya a esta oposición real porque no la controla y sabe que establecería buenas relaciones con Irán. De ahí que el intento de crear un "grupo de cuatro", que incluiría el Comando Supremo Islámico en Irak, que representa a los chiitas del sur; al Acuerdo Nacional Iraquí, compuesto por un grupo de antiguos militares, y los dos partidos kurdos, haya sido ignorado por la administración de Bush, que sopesa nada menos que la idea de volver al escenario posterior a la Primera Guerra Mundial y rehabilitar la idea de los mandatos extranjeros. Pero eso arrastra al desastre a todo el Oriente Medio y, a la larga, a Occidente.